lunes, 19 de junio de 2017

El método arcaico

Curso de doctorado 2007-2008. Clase de historia de la neuropsicología, creo que era la segunda clase. Nos habían mandado unos textos muy largos, algunos en inglés de temas muy filosóficos sobre el cerebro. No es que no me pareciera interesante, pero no era "mi tema". Yo estaba orientado claramente la psicología cultura y bueno, el cerebro no era tan importante. Mi compañero de al lado fue tajante: "yo esto no me lo he leído... vamos a tener que marear un poco". Y claro, llegó el momento en que nuestro pobre profesor abrió el debate.

-¿ Qué os ha parecido el primer texto? - preguntó a toda la clase. Mi compañero se adelantó a cualquiera que pudiera hablar.

- Está bien, aunque a mi me gustan los postulados de Damasio sobre la unicidad mente y cuerpo... - y así tuvo una pequeña intervención de cerca de 10 minutos. Prácticamente yo no había entendido nada de lo que había dicho... ¿Quién narices era el tal Damasio ese?. "Cosas de neuropsicólogos" me dije. Y de nuevo el profesor trató de volver hacía los textos que nos había enviado.

- Si, la verdad que es interesante, pero que pensáis del segundo texto? - preguntó mirando a todos menos a mi compañero. Este volvió a la carga.

- La verdad que coincido en muchas cosas - empezó a decir - aunque mi perspectiva está más pareja a lo que Damasio llamó el "marcador somático"... - y logró sacar otros 10 minutos de conversación en torno a Damasio. Mis compañeros participaron activamente con reflexiones en torno a las teorías de ese tal Damasio, pero yo no sabía absolutamente nada de ese tema. En mi clase, el 90% eran personas orientadas a neuropsicología, y salvo una chica dedicada a metodología, todo giraba en torno al cerebro en el doctorado. Me sentí con tanto desconocimiento sobre el cerebro que me dije: "tengo que ponerme al nivel de mis compañeros". Y así, en esa misma asignatura, el profesor, Gabriel Ruíz (persona a la que admiro desde ese curso) abordó un tema que me despertó cierta chispa. La lobotomía.

Varios meses después, y después de pedirle bibliografía complementaria una y otra vez (hasta videos), terminé por orientarme a la Neuropsicología, justo donde estoy ahora. Y la historia de la lobotomía fue clave para mi.

El premio Nobel

La mayoría de las veces el primer hito sobre neuropsicología que se escucha es la historia de Phineas Gage,  relatada por el Dr. Harlow en 1849, que el fue el que describió los asombrosos cambios que presentó ese paciente cuando una barra de hierro atravesó su cráneo y afectó severamente a su lóbulo frontal. Era de las primeras evidencias científicas que relacionaron la personalidad con el cerebro, y concrétamente con el lóbulo frontal, a tenor de los cambios conductuales que sufrió Phineas tras el accidente. Era algo que analizando los dibujos de Miguel Ángel parece que ya se intuía (ver la imagen de abajo), pero hasta entonces no se tenían pruebas. Posteriormente Damasio estudió el caso de Gage a la luz de los nuevos conocimientos de la neurociencia.

¿Casualidad? ¿Intuición? ¿Una cara de Bélmez?. Ahí lo dejo.


El hito del caso de Phineas Gage fue mostrar que ese área cerebral que parecía silente o sin importancia como tal, tenía un papel tremendo sobre el comportamiento. Y no se tardó en experimentar con animales. C.F Jacobsen, inspirado un poco en las conclusiones de Harlow realizó varias lobotomías frontales en monos para ver su efecto (aquí). Pero el caso más "ilusionante" fue el de una chimpance llamda Becky, en un estudio posterior realizado por Jacobsen, Wolfe y Jackson (1935). Lo que encontraron es que la irritabilidad de los monos operados con lobotomía, Becky entre ellos, estaba totalmente disminuida. Eran menos violentos, más tranquilos. Estos resultados se presentaron en un simposio sobre el lóbulo frontal y entonces, alguien preguntó: ¿Por qué no se hace esto es pacientes pertubados también?. Esta pregunta la realizó un tal Egas Moniz.

Un hito para la neurociencia y el conocimiento del cerebro, pero una historia desconocida para la gran mayoría. Con ustedes, Phineas Gage.

Y así, Egas Moniz, un psiquiatra y neurocirujano portugués, aplicó esta técnica el humanos. Sólo con los resultados de un estudio en monos como referencia. Realizando una pequeña trepanación, introducía un artilugio que destruía las conexiones frontales con el resto del cerebro, con un porcentaje aceptable de fallecimientos (creo que era un 6%) y logrando ese efecto en pacientes psiquiátricos con grandes perturbaciones conductuales. Los curaba, porque los síntomas desaparecían. Eso le valió el nobel en 1945. Aunque seguiré llamándola lobotomía, por ser el término más conocido, el nombre real era leucotomía, al afectar principalmente a las conexiones del lóbulo frontal.

El lobotomobile

Los efectos positivos para los trastornos psiquiátricos eran claramente reconocidos. Por ese mismo motivo, y por la "facilidad" del método, un médico con gran prestigio, Walter Freeman, comenzó a utilizar esta técnica. Exactamente una lobotomía transorbital, utilizando un picahielo que introducía por el lacrimal destruyendo las conexiones del lóbulo frontal. Los efectos, nuevamente eran positivos en los pacientes con esquizofrenia, reducía la irritabilidad y los cambios de humor.

Egas Moniz, precursor de la lobotomía

Tal fue la confianza del Dr. Freeman que empezó a realizar lobotomías por todo EEUU a bordo de una furgoneta que llamó el "lobotomobile". Entendiendo ya la lobotomía como el método más adecuado para los desórdenes psiquiátricos se recorrió todo EEUU practicando lobotomías a toda aquella personas que tuviera estas alteraciones. El primer problema es que comenzó a realizarse a todo tipo de personas, no necesariamente con problemas psiquiátricos. Bastaba con tener una mirada amenazante. Incluso llegó a hacer una lobotomía a una integrante de la familia Kennedy.

(extraída de esta web, recomiendo visitarla para tener más detalles de todo lo relacionado con Freeman) Imagen de un musical sobre el lobotomobile.


Por el reconocimiento mundial a nivel científico y por su práctica habitual, parecía que estabamos ante un método definitivo y contrastado. Sin embargo, los efectos secundarios eran muy variados y terminaban por provocar desde una disminución de las capacidades mentales de la persona hasta una incapacidad de realizar una vida independiente. De hecho, empezó a entenderse esta lobotomia como una forma de anular la voluntad y conciencia, con los dilemas éticos que ello suponía.

La aparición de los antipsicóticos fue definitiva para enterrar esta técnica, pero para entonces se habían realizado perfectamente 45.000 lobotomías en todo el mundo. Y claro, mucha gente afectada que ha promovido que le fuera retirado el nobel a Egas Moniz. Lo que en esa época era una técnica novedosa hoy la vemos como una autentica barbaridad. Y eso me lleva a una cuestión. ¿Qué pensaran sobre cómo trabajamos ahora dentro de 50 años?.

Lo que hacemos hoy... tal vez mañana...

Cuesta con esto no quitarse de la cabeza la idea de que tal vez, los señores que en un futuro observen nuestra forma de abordar diferentes problemas (en este caso me centro en la esfera cognitiva), consideren que lo que estamos haciendo no es correcto o no es lo suficiente. Es evidente que ya tenemos una serie de controles con ciertas garantías que impiden que se repitan ciertas acciones que, aún dando resultados, resulten éticamente cuestionables.

Hoy encontramos métodos muy novedosos que permiten trabajar con el cerebro de manera directa, sea más invasivo (estimulación cerebral profunda, por ejemplo) o menos invasivo (estimulación magnética transcraneal), y que están abriendo un nuevo horizonte para las terapias. ¿Serán vistos en un futuro como algo arcaico?. ¿Serán la base de tratamientos mucho más efectivos?. No lo podemos saber a día de hoy, evidentemente. Pero dan sus resultados y mejoran la vida de muchas personas. Y sobretodo, pasan controles. Muchos controles.

Estimulación cerebral profunda. Algo que parecía ciencia ficción, y ahí está hoy en día.

Otro tema son otro tipo de terapias que se ven con cierto excepticismo, por el poco aval científico que tienen. Hoy en día hay demasiadas pseudoterapias que a veces parecen tener valor solo con un "a mi me vale". Tal vez esas técnicas (de las que no voy a nombrar ninguna en el día de hoy) sean las que en un futuro se vean como arcaicas o como la frenología del siglo XXI. Tal vez la clave, para mi, este en el nivel de critica que tengamos. Algunas técnicas, aunque empleen el "a mi me funciona", no se cuestionan de que manera logran ese resultado, y sobre todo si es generalizable. Otras técnicas, sin embargo, están sometidas a una continua revisión (no hay más que ver la literatura disponible) precisamente para evitar cometer ciertos errores del pasado.

Nada que añadir (si acaso azúcar).

La duda que queda, es cuanto se permitirá que ciertas terapias engañosas ande dando vueltas por ahí. Si hará falta un "homeopatomobile" para que se actúe con cierta contundencia, o si esperaremos a que dentro de 50 años, alguien eche la vista atrás y diga "¿Como se nos ocurrió permitir esto?.

PD: Es interesante cuestionarse todo, aunque tenga cientos de artículos a favor. Es la única forma de mejorar algo.

PD2: Precisamente, los tratamientos que no son científicos tienen ventaja para establecerse como válidos, pues no necesitan auto-cuestionarse, generalizarse ni replicarse. Solo creer en ellos. Y, dicho mal y pronto, la creencia, no es ciencia.

PD3: Me pregunto que opinará Cárdenas de la lobotomía... (sin ironías).


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