martes, 19 de septiembre de 2017

Y seguimos intentando entender el cerebro

"Gracias por la modificación sináptica mutua". Así despedía una entrevista que había realizado al ponente del primer módulo del máster de Neuropsicología Básica y Aplicada que organizaba Ítaca Formación en Córdoba. Era más fácil decir "gracias por la magistral clase", o decir "gracias por ayudarnos a aprender", pero  Javier Tirapu llevaba 15 horas tratándonos de mostrar como funcionaba el cerebro, y parecía una buena opción terminar diciendo que había supuesto para nuestros cerebros ese seminario. Cambio. Porque el cerebro, siempre está cambiando. Y algunas personas nos lo cambian de forma más que duradera, como es el caso.

Lo difícil en estos casos es poder encajar lo que oímos a otros profesionales, que saben más que nosotros sobre estos temas, con nuestro modelo y concepción de lo que es el cerebro. Ese cambio en la forma de pensar, posiblemente también tenga su reflejo en nuestro propio cerebro, y nos obliga a actualizar algunas de las ideas que tenemos. Por ello, tras este módulo me veo obligado a cargarme algunas de las ideas que tenía, a actualizar otras y construir unas nuevas. ¿Qué por qué me interesa conocer el cerebro?. Porque hay una lección que se saca después de este módulo: Si conoces el cerebro y como funciona, sabrás como rehabilitarlo. Es difícil arreglar una radio si no entiendes que ese objeto, tenía como función reproducir música (por poner un ejemplo).

La tendencia al agrupamiento

Ya lo dije hace varios post. Tenemos una pulsión básica, sobrevivir, para podernos reproducir. Las emociones en su momento fueron una gran ayuda para esta supervivencia, y la cognición "superior" que se desarrolló después, otro gran paso para ello. Había otro detalle detrás de todo este proceso evolutivo que me llamaba la atención: La tendencia a agruparse. Pero tal como diría Darwin, esa idea mia tiene algunos vacíos. El primero: ¿cuando empezó está tendencia?.

Sin embargo, escuchando a Javier Tirapu conocí la historia de Lynn Margulis y su teoría, la endosimbiosis seriada. Lo que es lo mismo, de que manera se agruparon varias células procariotas para formar una célula eucariota, o sea, con núcleo. ¿Por qué lo hacían? Por motivos de supervivencia. Es más fácil sobrevivir si eres más complejo.

Lynn Margulis, otro nombre más que repetir hasta la saciedad solo por el reconocimiento que merece su teoría, y que fue, como suele pasar con las mujeres, enterrado por motivos sexistas.

Pero no esperemos que las células nos cuenten su historia y sus motivos. No tienen una memoria autobiográfica que empañe su conducta. Nosotros si. Y seguramente, por eso, tendemos a formar grupos, desde el primer día, por ejemplo cuando empezamos un máster. Si lo observamos, es fácil. Nos agrupamos. Prácticamente nadie se vuelve solo tras el primer día. Y en grupo, es más fácil sobrevivir a los módulos... por decirlo de alguna manera...

Dicho esto, la tendencia de las células es a agruparse y especializarse. Y casi como si fuéramos un calco, la de los seres humanos es igual. ¿Acaso no nos especializamos y hablamos idiomas diferentes según esa especialidad (que hable un neuropsicólogo con un ingeniero agrónomo usando tecnicismo...)?¿No tenemos, como pasa en el cuerpo, la tendencia a agruparnos en órganos de mayor complejidad (iba a decir colegios profesionales... pero no se si considerarlos útiles...)?. El concepto de memoria traslacional (necesito confirmar que sea exactamente este el término), explicado por Javier Tirapu, sirve para rellenar otro de los huecos de mis ideas. Cuando nos agrupamos, nos repartimos inconscientemente las cosas a memorizar para no perder recursos de esa nueva alianza ventajosa en que dos recuerden lo mismo, por ejemplo. 

Y evolucionamos igual que lo hizo el cuerpo.  De forma gradual como diría Darwin, pero con momentos de crisis, como plantearía S.Jay Gould con su equilibrio puntuado. Pero discrepo en que las crisis deban ser accidentes naturales, las crisis pueden ser también cambios drásticos como la aparición de ciertos descubrimientos, por ejemplo internet, que ha elevado la conectividad y su velocidad entre los seres humanos, como lo hace la mielina entre las neuronas. Internet sería algo así como la mielina de la comunicación entre los seres humanos, pero... no me debo de ir por aquí ahora. Ahora vamos a criticar a la propia evolución.

Apuntamos a S. Jay Gould como una persona a la que leer después de este módulo. Criticón con todo lo que salía escrito, pero parecer ser que con dotes para criticarlo de manera acertada.

¿Cuál es la mejor forma de adaptarme al medio?

Somos máquinas de adaptarnos al medio. Esa es la idea que siempre se desprende de nosotros. De hecho, insertamos hasta en nuestro código genético (instrucciones de desarrollo), información que nos ayuda a adaptarnos mejor al medio (epigenéticamente). Pero la mejor forma de adaptarse al medio no es modificarse uno mismo. La mejor forma de adaptarse al medio, puede ser modificar el propio medio.

Somos hijos de la tierra, o así decía Francisco Mora, y sus características nos han moldeado (ciclos de sueño calcados al ciclo de día y noche, por poner un ejemplo). Pero también somos hijos de como funciona nuestro cerebro (ahora que alguien se quede pensando si el cerebro no funciona así por la tierra en la que está...). Lo intento enforcar desde varios puntos (niveles) de vista (análisis).

Es casi de lógica, si el cerebro es una máquina de adaptarse, las características de la tierra serán las que lo pulan. Y esas características terminan por definir cosas tan arraigadas en nosotros como los ritmos circadianos, que cuestan bastante de modificar.


En un primer punto, la mejor forma de sobrevivir es prever. Si puedes adelantarte a un acontecimiento que va a tener lugar y que va a poner en peligro tu vida, tienes una ventaja tremenda. Y para prever es bueno tener una gran memoria. Y de hecho, es casi mejor, tenerla ahí en un segundo plano (pongamos inconsciente) mientras dedico todos mis recursos a otra cosa (buscar comida), a la espera de que una señal (por ejemplo un olor, una huella), llame mi atención, me avise de que cada vez que veo esa señal, aparece algún ser que me puede matar, olvidando eso de buscar comida y escapando por si las pulgas. 

Pero prever un entorno cambiante es muy difícil. ¿Y si el entorno cambiara menos?. Y eso es exactamente lo que terminó por hacer nuestro cerebro, amante de las normas y de las cosas estables para poder dedicarse a otra cosa. Crear entornos estables, ciudades, con sucesos predecibles (a costa de leyes que castigan al que se sale de ellos) y permitiendo que podamos estar en otra cosa para garantizar nuestra supervivencia. Esa es nuestra vida, ver algo que nos sabemos, machacarlo hasta automatizarlo,  y vuelta a empezar (dicen que cada hemisferio hace una cosa, pero para mi es el lóbulo frontal el que afronta la novedad y trabaja para automatizarla con el apoyo del resto del cerebro). De nuevo, por la supervivencia, solo que ahora la supervivencia es otra cosa. No nos morimos por cosas básicas (comer, por ejemplo), morimos de otra manera y de forma diferente. Morimos cuando dejamos de estar conectados. Explico esta otra idea. 

La soledad de una neurona, varias o de un sistema.

Volviendo a lo del primer punto, hay una pulsión por estar conectados. Desde los primeras células, que forma órganos hasta las personas, que forman sociedades y que ya veremos que forman en un futuro... simplemente, nos agrupamos para facilitarlo todo y además, lo necesitamos.

Cuando una neurona no recibe estimulación muere. Es decir, sinapsis que no se refueza, sinapsis que cada vez tiene menos poder, sinapsis que desaparece. Subimos de escala. Persona que no tiene círculo social. Persona que no recibe estimulación, persona que poco a poco va saliendo del tejido social. Persona que tiene más papeletas para morir rápido. ¿por qué?. Porque no hay mayor estimulación que pertenecer a un grupo (red) de personas (neuronal), y cuando no conectamos (sinapsis) con otras personas (neuronas) no recibimos información de ningún tipo (eléctrica o química) y cada vez resulta más difícil que recibamos esta estimulación, y nos sentimos poco útiles (depresión a largo plazo), y terminamos reduciendo nuestra actividad y somos más débiles ante cualquier daño cerebral. Es decir, lo mismo que le pasa a una persona en sociedad, tiende a pasarle a una neurona dentro del cerebro. ¿Somos acaso grandes neuronas?. 


No parece tan raro equiparar tejido neuronal con tejido social. Al menos, existen similitudes sobre el papel que tiene la estimulación que se recibe de otros componentes de esos tejidos, y la idea de que si no se recibe, es novio para uno mismo.


En realidad, la idea es fácil de entender. Estamos formados por células que tienen pulsión por unirse y especializarse. Normal que seamos iguales en nuestro preceptos, pero de manera cualitativamente diferente y con aspectos diferentes. Contamos con una memoria autobiográfica y con una concepción del yo, que en principio no poseen las neuronas. Un gran logro...¿o no?.

El problema de ser como somos... donde somos

Por desgracia, existen varios problemas, algunos señalados hábilmente por Tirapu durante el módulo. "Nuestro cerebro ancestral no está preparado para el mundo actual". Sin duda, algunos de los que ahora llamamos trastornos mentales, podrían perfectamente haber sido de actualidad en ese mundo cambiante en el que el cerebro debía desarrollarse (como decía, Javier Tirapu lo explica genial en cualquiera de sus ponencias), pero no en el mundo actual. La curiosidad de un TDAH, la hipervigilancia de un esquizofrénico, algunas obsesiones de los TOC, podrían servir para el grupo, pero una vez se han eliminado ciertos peligros al domesticar el medio (seguro que no aparece un león en medio de la Gran Vía...) no son útiles, y chocan con algunas normas establecidas para tener un medio más predecible... más esperable y que deje a nuestro cerebro, de nuevo, centrarse en otras cosas, como especializarse y cumplir su rol.

No es el único caso. Nada más hay que ver la dificultad que se tiene para perder peso, porque nuestro organismos sigue guardando reservas por si acaso al día siguiente no comemos. Y cuando no comemos un día, guarda más, por si acaso... Choca totalmente con lo que a veces nos demanda la sociedad (no estoy de acuerdo con ello, pero me hace gracia) y a nuestro organismo le da igual. Tiene sus normas.

Otro ejemplo, mas duro, es el de la memoria prospectiva y ciertos instintos básicos. Lo explica David Geary en el origen de la mente con bastante facilidad. Mientras que tenemos un instinto básico de supervivencia, y tenemos miedo (pánico, terror) de cualquier cosa que nos pueda matar, la memoria prospectiva, que surgió para evitar más fácilmente peligros, nos permite recordar una cosa continuamente: vamos a morir. Y no podemos escapar de eso. Es, bajo mi punto de vista, un choque de dos sistemas, orientados a lo mismo, que provoca una autentica tormenta en nuestro cerebro y que, en cierto modo, es el origen de muchos trastornos (por las emociones que suscita y la ansiedad que viene como respuesta, orden que me ha quedado claro tras el módulo). 


Interesantes las ideas que aporta este libro

Como diría, David Linden en el cerebro accidental, sería de cachondeo pensar que la evolución está guiada por una mano externa (creacionismo) cuando hay tantas cosillas que se mantienen pese  a ser poco útiles. Y todo esto viene porque hemos adaptado tanto el medio a nosotros y lo que queremos, que nuestro cerebro y cuerpo no ha sido capaz de seguir el ritmo que han llevado las cosas. Vivimos autenticas crisis (según el equilibrio puntuado) que modifican todo de un día para otros en cuestión de menos de un siglo. Y todo parece orientado a lo mismo. A mejorar nuestra conexión entre nosotros, a aprovechar mejor el tiempo que tenemos (que eso es la vida, nuestro tiempo). Si eso es como funciona el cerebro, como "piensa" esa máquina de pensar, no debemos olvidarlo. Ese esfuerzo también lo hizo Javier Tirapu al intentar relacionar sus ideas del funcionamiento del cerebro al tratamiento, o también Ramanchandran para llegar a la idea del espejo para tratar el miembro fantasma.

Y eso solo me hace pensar que, uno de los primeros objetivos que debe tener cualquier rehabilitación es enganchar al paciente a un tejido social que le estimule, que le haga sentirse útil. Y, estando en una sociedad que tiende a expulsar al que es diferente o al que está debilitado, es aún más difícil. Pero si ya parece costar rehabilitar un daño cerebral, no va a resultar nada fácil si por el camino se le está invitando a salir del mundo. No me cabe duda de que la plasticidad neuronal es cambiante según situaciones, edades y otros detalles. Y si, la rehabilitación se basa en está plasticidad, puede ser más útil en algunos momentos irse a un museo en compañía de gente que sumar una quinta sesión de rehabilitación esa semana. No lo olvidemos, no solo se pierde función cognitiva con el daño cerebral, sino también sin participación social. La participación social nos da la vida. De hecho, parece el origen de la vida tal y como la conocemos... ¿no?.

PD: Es un poco ladrillo este post. Pero después de escuchar 15 horas las reflexiones que una persona ha hecho sobre el cerebro y ha compartido con nosotros, es casi obligatorio reflexionar sobre ello y tratar de seguir sumando ideas.

PD2: conoce lo que reparas, joder!, a ver si vas a estar tratando de que una lavadora ande...

PD3: Brian Little lo decía: No somos extrovertidos o introvertidos. La motivación puede hacernos ser totalmente diferente a como somos. ¿Somos entonces como somos?. Esa duda siempre nos va a quedar ahí (preludio del siguiente post). 




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